El cuerpo como vehículo de expresión artística arde y palpita en Dansa València
  • La imagen del festival se ha realizado usando un corazón real de vidrio soplado fabricado para la ocasión por el artesano Ferrán Collado
  • El lema de esta 36 edición es “Vida ressonant”.

El concepto que late tras la imagen de la nueva edición de Dansa València germinó desde la intención de distanciarse de la percepción estética de la danza y acercarse al arte que usa el cuerpo como vehículo. El resultado de esta reflexión se ha plasmado en un cartel realizado por la creadora Julia Valencia, donde se observa la silueta de un cuerpo ladeado que sostiene entre sus manos un corazón en llamas.

 

“En la danza, el cuerpo es el receptor y transmisor de una idea y de su eco. Cualquier realidad, intención y emoción no sólo se traduce en movimiento, sino que habita el cuerpo y lo modifica. Las artes del movimiento son, por tanto, capaces de albergar lo inefable, de crear un lenguaje más allá de la palabra, donde todo lo vivo arde, ya que la realidad de colocar el cuerpo al servicio del mensaje se relaciona con representar la pulsión, la compulsión, la convulsión, el dolor y el éxtasis”, ha argumentado su creadora, que ejerce de directora de arte del festival organizado por el Institut Valencià de Cultura (IVC).

 

De esta idea del cuerpo como lugar de éxtasis, como conductor de lo indecible, se llegó al primer lema del festival ‘Donde el cuerpo se hace verbo’, que desde enero se ha empleado como llamada a la acción. Este concepto se ha ampliado ahora por el lema definitivo “Vida ressonant”’.

 

“Ninguna otra disciplina artística disfruta de la conexión que la danza mantiene con el cuerpo y con lo no tangible. Toda emoción y pensamiento de los creadores cobra vida a través de los cuerpos sobre el escenario. En las representaciones de danza, la consciencia se difumina y la vida retumba y resuena en los propios bailarines, pero también en las personas que asisten a visualizar y compartir este rito. De ahí el lema elegido en esta edición, porque lo que acontece frente a la audiencia lo hace de un modo abstracto, sin palabras y es algo que solo se experimenta en las artes del movimiento”, explica la directora artística, María José Mora.

Del barroco a Francis Bacon

Julia Valencia es una creadora adicta al juego entre disciplinas. Para la imagen de Dansa València ha bebido del barroco y de su representación mística del éxtasis. A este respecto, ha tomado como referencia obras como ’San Sebastián’, de Guido Reni; ‘Alegoría a la Paciencia’, de Carlo Dolci; ‘Transverberación de Santa Teresa’, de Josefa de Óbidos, y ‘San Agustín’, de Philippe de Champaigne.

“Para crear una interpretación actual del éxtasis mezclamos el simbolismo barroco con un humilde acercamiento a la idea de cuerpo de Francis Bacon”, detalla la diseñadora. De este encuentro ha surgido una imagen vívida en color, en la que el cuerpo, más que una frontera para ser observada, es un lugar donde algo acontece.

 

La imagen se realizó usando un corazón real de vidrio soplado creado para la ocasión y fabricado por el artesano barcelonés Ferrán Collado. La captura de la imagen fue a cargo de Óscar Romero, y la modelo fue la bailarina Lucía Vázquez. En la sesión de fotos, el corazón ardía de verdad y el resultado es una toma real de la modelo con el corazón sostenido entre sus manos.

 

Una creadora apasionada de las revelaciones mundanas

Julia Valencia es una profesional independiente, que en los últimos años ha realizado exposiciones e intervenciones en Cádiz, Granada, València, Bulgaria y Japón. A lo largo de su trayectoria ha dirigido varios proyectos gráficos, escénicos y audiovisuales, colaborando con ilustradores y fotógrafos como David de las Heras, Daniel Rueda & Anna Devís, Sr. García o Patricia Bolinches, en piezas para teatro junto a compañías como La Teta Calva, El Micalet o junto al escenógrafo Luis Crespo.

 

Su trabajo examina la realidad en busca de alguna revelación mundana, intentando desentrañar la magnificencia de lo ordinario a través de la construcción de espacios íntimos y sagrados. La directora de arte siente una especial pasión por la instalación artística, donde utiliza herramientas como el dibujo, la escultura o el vídeo. Sus instalaciones se sirven de la descontextualización para colocar lo que parece trivial en un altar, donde la conquista de la belleza es el objetivo fundacional y fundamental.

 

Tras varios años como directora del departamento de imagen del festival internacional de cine de València Cinema Jove, comienza su colaboración con la bailaora y coreógrafa Rocío Molina en su Trilogía sobre la Guitarra, haciéndose cargo de la dirección de arte, la escenografía y el vestuario. En la actualidad realiza acompañamiento creativo y dirección de arte para el diseñador de moda Leandro Cano y en el nuevo proyecto de Rocío Molina y el Niño de Elche.

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